Fue solo nuestra primera cita ... pero tal como me mirás en esa lencería roja, lo hiciste obvio: querías más que cenar. Atrapé tus ojos en mi culo y sabía exactamente lo que estabas pensando. Así que te lo di fácil. Me saqué los pantalones, me puse de rodillas y comencé a chuparte la polla como si estuviera ansiada toda la semana: profundo, descuidado, desordenado y fuerte. Entonces me subí encima, senté mi grueso culo y deslilé tu polla profundamente dentro de mi coño apretado y goteando. Montando despacio al principio ... y más duro, hasta que tus manos no pudieron dejar de agarrarme. Me inclinaste en la cama y me llevaste a perrito, estrellándome mientras gimía tu nombre en las sábanas. Y cuando te monté de nuevo, cuerpo temblando, ojos encerrados en el tuyo ... explotaste profundamente dentro de mí. ¿Primera cita? Más como primera adicción.
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