Después del gran festival callejero en Braunschweig, conocí al chico de nylon y lo acompañé a su casa tarde por la noche. Con el camisón rojo y sin un par de bragas, estaba inquieto en los pantalones cuando se levantó. Levantó mis cubre y examinó mi pequeño coño maduro. Antes de saberlo, sus dedos se me mete los dedos en la vagina por donde apenas sale el jugo del coño. Él no pudo y no quiso quitármelo y comenzó a lamer mi coño y mordisturbándome el clítoris. Mi lujuria a aumento y disfruté de su lengua en la vulva hasta que llegó el orgasmo caliente. Domingo por la mañana para siempre. Parte 2